La importancia del sueño:
Son muchos los especialistas que aseguran que el sueño (el acto de dormir) es de suma importancia para la vida de cualquier ser humano. A través de éste se recuperan energías y, además, es el momento en que se procesa toda la información recopilada durante el día. Dormir es —y ha sido siempre— la actividad que más tiempo demanda a lo largo de nuestras vidas (aproximadamente el 35%).
Al dormir, el organismo entra en un estado de reposo uniforme. Éste se caracteriza por los bajos niveles de actividad fisiológica (presión sanguínea, respiración, latidos del corazón) y por una respuesta menor ante los estímulos externos.
Hasta hoy, se han realizado cientos de estudios científicos para tratar de desentrañar los misterios de la actividad cerebral durante el período de sueño y, gracias a éstos, se ha descubierto la existencia de fases definidas en el mismo.
El sueño, a manera general, está conformado por dos grandes períodos llamados no-REM (sueño lento) y REM (Movimiento ocular rápido). Cada uno tiene sus propias particularidades y fases:
- En el sueño no-REM la persona —a lo largo de cuatro etapas— experimenta la transición de la vigilia al sueño ligero; luego, inicia el sueño propiamente dicho y, subsecuentemente, entra en un sueño profundo. Durante esta fase, el tono muscular es débil y la frecuencia cardíaca y respiratoria disminuyen.
- El sueño REM ocupa aproximadamente el 20% del tiempo total que un adulto duerme, aunque varía con la edad y es mayor en los niños. Se caracteriza por un movimiento rápido de los ojos, una abolición completa del tono muscular y una aceleración irregular de la frecuencia respiratoria y del pulso.
Conocido esto, es de suma importancia respetar el tiempo de descanso (de 7 a 8 horas diarias) pues, de lo contrario, pueden presentarse trastornos físicos y psíquicos que afectan el desempeño del individuo. Tal es así, que cada día aumentan las personas que acuden al médico creyendo sufrir un trastorno, cuando en realidad, solo les hace falta dormir lo suficiente. En el caso de los niños, al tener más actividad que los adultos, necesitan más tiempo para recuperar las energías perdidas.
De acuerdo a un estudio realizado por especialistas estadounidenses de la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de California, y publicado en la revista Current Biology, el mal dormir merma el control cerebral de las emociones y hace que uno reaccione con mayor irracionalidad.
Luego de varios experimentos llevados a cabo con la ayuda de voluntarios, el autor del estudio, Dr. Matthew Walker, profesor de psicología y director del laboratorio del sueño de la Universidad de California, asevera que cuando no se duerme lo suficiente, el cerebro es incapaz de contextualizar los estímulos negativos y darles una respuesta adecuada. Por ende, funciona con patrones más primitivos.
“Es un primer paso —asegura Walker— para entender por qué nuestra sociedad parece ser cada día más emocionalmente irracional”. El acelerado ritmo de vida que actualmente lleva el ser humano comprime y atenta gravemente contra el tiempo de descanso, lo cual repercute en comportamientos que, a primera vista, no son entendibles. Esto es mucho más delicado cuando dichos individuos tienen en sus manos el destino de millones de personas.
A la falta de sueño también se la relaciona con el riesgo de sufrir obesidad, depresión, mal humor, problemas cardíacos y diabetes. El sueño es una necesidad básica que le permite al cuerpo descansar física y mentalmente. Durante este período, el organismo sigue funcionando de distinta manera, recupera y procesa información valiosa que quizá olvidó cuando estaba despierto.
Fuente:
http://www.planamanecer.com/portada/Actualidad%20|%20Noticias/content/modo/view/id/242/Itemid/7/