Según un estudio realizado en la
Universidad de Londres, escuchar música durante una relación sexual
provoca en el cerebro efectos muy parecidos al de algunas drogas o el
alcohol.
Pero, ¿qué pasa en un encuentro sexual cuándo elegimos tal o cual tipo de música? Algunas de las conclusiones son:
Heavy metal. Si se es amante del sexo duro, ese que
lleva al éxtasis total, hay que elegir a los Iron Maiden como compañeros
de cama. Este tipo de música influye en los hombres que segregan más
testosterona y embrutece el deseo sexual. Es importante destacar que
escuchar metal hace que, después de llegar al orgasmo, se liberen
estrógenos, pasando de una situación enérgica a otra más tranquila.
Reguetón. A pesar de que es el llamado “ritmo del
sexo”, en realidad no es tan afrodisíaco como parece. Según el estudio,
escuchar este tipo de música daña la parte simpática del hipotálamo,
disminuye la capacidad cerebral y la memoria a corto plazo.
Rock. Escuchar a AC/DC o Extremoduro hace que nos
olvidemos de los problemas del día a día y mejora el estado de ánimo. La
sensación de practicar sexo mientras se escucha rock es parecida al
efecto embriagador del alcohol.
Pop y disco. Si quieres sexo divertido y pasar un
buen rato con la pareja, hay que contar con David Guetta o Maroon Five.
Sus efectos fomentan la alegría y son parecidos a aquellos que
experimentamos al comer un dulce o una golosina.
Música clásica. Conocida es la capacidad que tiene
este género musical para tranquilizar a las personas e incluso para
dormir bebés. Es ideal para disfrutar de un sexo pausado, duradero y
relajante. Es recomendable para sexo tántrico.
Blues y jazz. Los ritmos relajados favorecen
relaciones sexuales tranquilas, sensoriales y que unen de forma
emocional a la pareja. Canciones de este tipo crean un ambiente cálido y
sensual muy propicio para el sexo.
Música electrónica. Estos sonidos estimulan las
hormonas energéticas, que al liberarse en el cuerpo generan
hiperactividad, encuentros sexuales rápidos y pletóricos.
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