martes, 8 de mayo de 2012

Cuando una persona amada sufre un trastorno mental:

 Cuando una persona amada sufre un trastorno mental:

Comenzaba un día como cualquier otro para los Vega. Los cuatro estaban en pie y listos para emprender las actividades de la jornada. Rebeca le recordó a Javier, su hijo de 14 años, que se le estaba haciendo tarde para tomar el autobús escolar. Nadie se hubiera imaginado lo que ocurrió a continuación. En menos de media hora, Javier roció de pintura una pared del dormitorio, trató de prender fuego al garaje e intentó ahorcarse en el desván.

Rebeca y Alberto, su esposo, siguieron a la ambulancia que se llevó a Javier, mientras intentaban con desesperación explicarse lo que acababa de suceder. Lamentablemente, eso fue tan solo el comienzo. Javier sufrió muchos otros episodios psicóticos, que lo sumieron en las tinieblas de la enfermedad mental. Fueron cinco años de angustia durante los cuales pasó por varios intentos de suicidio, dos detenciones, ingresos en siete centros psiquiátricos e infinidad de sesiones con profesionales de la salud mental. Tanto amigos como familiares se encontraban desconcertados y muchas veces no sabían qué decir ni qué hacer.

Se calcula que 1 de cada 4 personas padecerá una enfermedad mental en algún momento de su vida. Guiándonos por esta sorprendente estadística, es muy probable que entre los seres queridos del lector —sus padres, hijos, hermanos o amigos— haya alguien con un trastorno cerebral.¿Qué puede hacer usted si ese es su caso?
Reconozca los síntomas. El trastorno mental no siempre se diagnostica rápidamente. Es posible que los amigos y la familia achaquen los síntomas a cambios hormonales, enfermedades físicas, flaquezas de personalidad o trances amargos. Por ejemplo, la madre de Javier ya había observado algunas señales de que su hijo tenía un problema, pero tanto ella como su esposo pensaron que sus cambios de humor obedecían a una fase de la adolescencia que no tardaría en pasar. No obstante, cuando se producen cambios importantes en el sueño, la alimentación o la conducta, tal vez se trate de algo más grave. El examen de un profesional puede conducir al tratamiento adecuado y a una mejor calidad de vida para el enfermo.

Infórmese. Las personas con trastornos mentales no suelen estar en condiciones de investigar sobre su problema. Por consiguiente, recopile usted mismo información de fuentes actuales y fidedignas para entender por lo que está pasando su ser querido. Asimismo, puede que le ayude hablar con franqueza y conocimiento de causa con otras personas. Por ejemplo, la madre de Javier les dio folletos a los abuelos del chico para que se informaran y pudieran colaborar con la familia.

Busque tratamiento. A pesar de la naturaleza prolongada de algunos trastornos mentales, muchas personas llevan vidas estables y productivas cuando siguen un tratamiento adecuado. Lamentablemente, un gran número de enfermos se van consumiendo año tras año sin obtener ayuda. Igual que una afección grave de corazón precisa de un cardiólogo, los trastornos mentales necesitan los cuidados de un especialista en la materia. Por ejemplo, los psiquiatras recetan medicamentos que, ingeridos con regularidad, pueden controlar los estados de ánimo, aliviar la ansiedad y corregir los patrones de pensamiento distorsionados.

Anime al enfermo a buscar ayuda. Es probable que la persona con trastornos mentales no se dé cuenta de que necesita ayuda, por lo que puede proponerle que visite a cierto doctor en concreto, que lea alguna información oportuna o que hable con alguien que se haya enfrentado a un trastorno parecido. Existe la posibilidad de que no quiera aceptar el consejo. Sin embargo, no dude en intervenir si tiene a su cuidado a alguien que corre el riesgo de lastimarse a sí mismo o a otras personas.

No busque culpables. Los científicos aún no comprenden bien la compleja interrelación de los factores genéticos, medioambientales y sociales que llevan a un funcionamiento anormal del cerebro. Entre tales factores figuran las lesiones cerebrales, el consumo de sustancias adictivas, las condiciones de vida estresantes, los desequilibrios bioquímicos y la predisposición heredada. De nada sirve que acuse al enfermo de haber hecho algo que, según usted, ha contribuido a la aparición de la enfermedad. Mejor es que concentre las energías en darle apoyo y ánimo.

Tenga expectativas realistas. El enfermo se puede descorazonar si se espera de él más de lo que puede dar. Por otra parte, insistir en sus limitaciones puede crearle un sentimiento de inutilidad. Por eso, lo mejor es tener expectativas realistas. Naturalmente, no se debe tolerar la mala conducta. Al igual que el resto de las personas, los pacientes con trastornos mentales tienen la capacidad de aprender de las consecuencias de sus acciones. En caso de presentarse comportamiento violento, tal vez se requiera tomar medidas legales o restrictivas para proteger al propio enfermo o a los demás.

Mantenga la comunicación. La comunicación es fundamental, aunque en ocasiones parezca que se malinterprete lo que usted dice. Las personas con trastornos mentales a veces reaccionan de forma impredecible, y sus emociones pueden parecer fuera de lugar en un momento dado. No obstante, criticando los comentarios del paciente solo logrará que se sienta culpable además de deprimido. Cuando las palabras no sirvan de nada, siéntese a escuchar. Acepte los sentimientos y opiniones del enfermo sin condenarlo. Esfuércese por guardar la calma. Si continúa mostrándole a la persona amada que se interesa por ella, ambos se beneficiarán. Así fue en el caso de Javier. Unos años después expresó su agradecimiento a todos los que, según dijo, ‘lo ayudaron cuando no quería ayuda’.

Tome en consideración las necesidades del resto de la familia. Cuando la familia tiene que centrarse en el miembro que está en crisis, otros miembros pueden quedar desatendidos. Durante un tiempo, a la hermana de Javier, Alicia, le daba la impresión de que “vivía eclipsada por la enfermedad de él” y minimizaba sus propios logros para no dirigir la atención hacia sí. Al mismo tiempo, parecía que sus padres querían que ella rindiera más, como para compensar las deficiencias de su hermano. Otros jóvenes a quienes se ha desatendido por el mismo motivo causan problemas para llamar la atención. Frente a estas crisis, las familias necesitan ayuda para satisfacer las necesidades de todos. Por ejemplo, cuando la familia Vega se hallaba totalmente absorta en los problemas de Javier, los hermanos de la congregación de testigos de Jehová del lugar ayudaron a Alicia brindándole mayor atención.

Fomente buenas prácticas de salud mental. Un programa completo de salud mental debe abarcar la alimentación, el ejercicio, el sueño y las actividades sociales. Normalmente, las actividades sencillas con grupos reducidos de amigos intimidan menos. Recuerde también que el alcohol puede acentuar los síntomas e interferir con los medicamentos. En la actualidad, la familia Vega procura mantener un programa de higiene mental por el bien de todos, pero especialmente por el de su hijo.

Cuídese usted también. La tensión de atender a alguien que tiene un trastorno mental puede afectar su propia salud. Por ello, es esencial que esté atento a sus necesidades físicas, emocionales y espirituales.  Rebeca cree que la fe la ayudó a aguantar la crisis por la que pasó su familia. Ella cuenta: “En las reuniones cristianas se me aliviaba la tensión; dejaba a un lado las preocupaciones inmediatas y me centraba en cuestiones más importantes y en la esperanza que tenemos. Hubo infinidad de ocasiones en las que pedí alivio desesperadamente en oración, y siempre sucedía algo que calmaba el dolor. Con la ayuda de Jehová Dios obtuve una tranquilidad mental que parecía imposible en nuestras circunstancias”.

Hoy en día, Javier es un adulto joven y tiene una nueva actitud ante la vida. “Creo que lo que viví me hizo mejor persona”, dice. Su hermana, Alicia, opina que la experiencia también la ha beneficiado a ella: “Soy menos crítica con los demás. Nunca se sabe qué circunstancias puede estar atravesando alguien. Solo Jehová Dios lo sabe”.

Si un ser querido suyo padece un trastorno mental, recuerde siempre que, si usted está dispuesto a escucharlo y tenderle una mano sin prejuzgarlo, puede ayudarlo a sobrevivir, e incluso a recuperarse.
Hombres hablando
Cuando las palabras no sirvan de nada, siéntese a escuchar

  Se han cambiado los nombres.
Hay quienes prefieren la expresión trastorno cerebral porque no conlleva tanto estigma y se asocia rápidamente con una causa neurobiológica.
Se deben sopesar tanto los beneficios como los efectos secundarios. 

Indicios de trastorno mental

Si alguien allegado a usted presenta cualquiera de los siguientes síntomas, tal vez sea conveniente que consulte con un médico o profesional de la salud mental:
  • Período prolongado de tristeza o irritabilidad
  • Retraimiento social
  • Agudos altibajos emocionales
  • Enojo exagerado
  • Comportamiento violento
  • Consumo de sustancias adictivas
  • Ansiedades, preocupaciones o temores desmedidos
  • Fobia al aumento de peso
  • Cambio significativo en los hábitos de sueño o alimentación
  • Pesadillas constantes
  • Confusión mental
  • Delirios o alucinaciones
  • Ideas de suicidio o muerte
  • Incapacidad para enfrentarse a los problemas o a las actividades cotidianas
  • Negación de problemas evidentes
  • Numerosas dolencias físicas extrañas

Fuente:
 Recreateoficial
 Electrónica