Cuando una persona amada sufre un trastorno mental:
Comenzaba un día como cualquier otro para los Vega.
Los cuatro estaban en pie y listos para emprender las actividades de la
jornada. Rebeca le recordó a Javier, su hijo de 14 años, que se le
estaba haciendo tarde para tomar el autobús escolar. Nadie se hubiera
imaginado lo que ocurrió a continuación. En menos de media hora, Javier
roció de pintura una pared del dormitorio, trató de prender fuego al
garaje e intentó ahorcarse en el desván.
Rebeca y Alberto, su esposo, siguieron a la ambulancia que se llevó a
Javier, mientras intentaban con desesperación explicarse lo que acababa
de suceder. Lamentablemente, eso fue tan solo el comienzo. Javier
sufrió muchos otros episodios psicóticos, que lo sumieron en las
tinieblas de la enfermedad mental. Fueron cinco años de angustia durante
los cuales pasó por varios intentos de suicidio, dos detenciones,
ingresos en siete centros psiquiátricos e infinidad de sesiones con
profesionales de la salud mental. Tanto amigos como familiares se
encontraban desconcertados y muchas veces no sabían qué decir ni qué
hacer.
Se calcula que 1 de cada 4 personas padecerá una enfermedad mental en
algún momento de su vida. Guiándonos por esta sorprendente estadística,
es muy probable que entre los seres queridos del lector —sus padres, hijos, hermanos o amigos— haya alguien con un trastorno cerebral.¿Qué puede hacer usted si ese es su caso?
• Reconozca los síntomas. El trastorno mental no siempre se
diagnostica rápidamente. Es posible que los amigos y la familia achaquen
los síntomas a cambios hormonales, enfermedades físicas, flaquezas de
personalidad o trances amargos. Por ejemplo, la madre de Javier ya había
observado algunas señales de que su hijo tenía un problema, pero tanto
ella como su esposo pensaron que sus cambios de humor obedecían a una
fase de la adolescencia que no tardaría en pasar. No obstante, cuando se
producen cambios importantes en el sueño, la alimentación o la
conducta, tal vez se trate de algo más grave. El examen de un
profesional puede conducir al tratamiento adecuado y a una mejor calidad
de vida para el enfermo.
• Infórmese. Las personas con trastornos mentales no suelen
estar en condiciones de investigar sobre su problema. Por consiguiente,
recopile usted mismo información de fuentes actuales y fidedignas para
entender por lo que está pasando su ser querido. Asimismo, puede que le
ayude hablar con franqueza y conocimiento de causa con otras personas.
Por ejemplo, la madre de Javier les dio folletos a los abuelos del chico
para que se informaran y pudieran colaborar con la familia.
• Busque tratamiento. A pesar de la naturaleza prolongada de
algunos trastornos mentales, muchas personas llevan vidas estables y
productivas cuando siguen un tratamiento adecuado. Lamentablemente, un
gran número de enfermos se van consumiendo año tras año sin obtener
ayuda. Igual que una afección grave de corazón precisa de un cardiólogo,
los trastornos mentales necesitan los cuidados de un especialista en la
materia. Por ejemplo, los psiquiatras recetan medicamentos que,
ingeridos con regularidad, pueden controlar los estados de ánimo,
aliviar la ansiedad y corregir los patrones de pensamiento
distorsionados.
• Anime al enfermo a buscar ayuda. Es probable que la persona
con trastornos mentales no se dé cuenta de que necesita ayuda, por lo
que puede proponerle que visite a cierto doctor en concreto, que lea
alguna información oportuna o que hable con alguien que se haya
enfrentado a un trastorno parecido. Existe la posibilidad de que
no quiera aceptar el consejo. Sin embargo, no dude en intervenir si
tiene a su cuidado a alguien que corre el riesgo de lastimarse a sí
mismo o a otras personas.
• No busque culpables. Los científicos aún no comprenden bien
la compleja interrelación de los factores genéticos, medioambientales y
sociales que llevan a un funcionamiento anormal del cerebro. Entre tales
factores figuran las lesiones cerebrales, el consumo de sustancias
adictivas, las condiciones de vida estresantes, los desequilibrios
bioquímicos y la predisposición heredada. De nada sirve que acuse al
enfermo de haber hecho algo que, según usted, ha contribuido a la
aparición de la enfermedad. Mejor es que concentre las energías en darle
apoyo y ánimo.
• Tenga expectativas realistas. El enfermo se puede
descorazonar si se espera de él más de lo que puede dar. Por otra parte,
insistir en sus limitaciones puede crearle un sentimiento de
inutilidad. Por eso, lo mejor es tener expectativas realistas.
Naturalmente, no se debe tolerar la mala conducta. Al igual que el resto
de las personas, los pacientes con trastornos mentales tienen la
capacidad de aprender de las consecuencias de sus acciones. En caso de
presentarse comportamiento violento, tal vez se requiera tomar medidas
legales o restrictivas para proteger al propio enfermo o a los demás.
• Mantenga la comunicación. La comunicación es fundamental,
aunque en ocasiones parezca que se malinterprete lo que usted dice. Las
personas con trastornos mentales a veces reaccionan de forma
impredecible, y sus emociones pueden parecer fuera de lugar en un
momento dado. No obstante, criticando los comentarios del paciente solo
logrará que se sienta culpable además de deprimido. Cuando las palabras
no sirvan de nada, siéntese a escuchar. Acepte los sentimientos y
opiniones del enfermo sin condenarlo. Esfuércese por guardar la calma.
Si continúa mostrándole a la persona amada que se interesa por ella,
ambos se beneficiarán. Así fue en el caso de Javier. Unos años después
expresó su agradecimiento a todos los que, según dijo, ‘lo ayudaron
cuando no quería ayuda’.
• Tome en consideración las necesidades del resto de la familia.
Cuando la familia tiene que centrarse en el miembro que está en crisis,
otros miembros pueden quedar desatendidos. Durante un tiempo, a la
hermana de Javier, Alicia, le daba la impresión de que “vivía eclipsada
por la enfermedad de él” y minimizaba sus propios logros para no dirigir
la atención hacia sí. Al mismo tiempo, parecía que sus padres querían
que ella rindiera más, como para compensar las deficiencias de su
hermano. Otros jóvenes a quienes se ha desatendido por el mismo motivo
causan problemas para llamar la atención. Frente a estas crisis, las
familias necesitan ayuda para satisfacer las necesidades de todos. Por
ejemplo, cuando la familia Vega se hallaba totalmente absorta en los
problemas de Javier, los hermanos de la congregación de testigos de
Jehová del lugar ayudaron a Alicia brindándole mayor atención.
• Fomente buenas prácticas de salud mental. Un programa
completo de salud mental debe abarcar la alimentación, el ejercicio, el
sueño y las actividades sociales. Normalmente, las actividades sencillas
con grupos reducidos de amigos intimidan menos. Recuerde también que el
alcohol puede acentuar los síntomas e interferir con los medicamentos.
En la actualidad, la familia Vega procura mantener un programa de
higiene mental por el bien de todos, pero especialmente por el de su
hijo.
• Cuídese usted también. La tensión de atender a alguien que
tiene un trastorno mental puede afectar su propia salud. Por ello, es
esencial que esté atento a sus necesidades físicas, emocionales y
espirituales. Rebeca cree que la fe
la ayudó a aguantar la crisis por la que pasó su familia. Ella cuenta:
“En las reuniones cristianas se me aliviaba la tensión; dejaba a un lado
las preocupaciones inmediatas y me centraba en cuestiones más
importantes y en la esperanza que tenemos. Hubo infinidad de ocasiones
en las que pedí alivio desesperadamente en oración, y siempre sucedía
algo que calmaba el dolor. Con la ayuda de Jehová Dios obtuve una
tranquilidad mental que parecía imposible en nuestras circunstancias”.
Hoy en día, Javier es un adulto joven y tiene una nueva actitud ante
la vida. “Creo que lo que viví me hizo mejor persona”, dice. Su hermana,
Alicia, opina que la experiencia también la ha beneficiado a ella: “Soy
menos crítica con los demás. Nunca se sabe qué circunstancias puede
estar atravesando alguien. Solo Jehová Dios lo sabe”.
Si un ser querido suyo padece un trastorno mental, recuerde siempre
que, si usted está dispuesto a escucharlo y tenderle una mano sin
prejuzgarlo, puede ayudarlo a sobrevivir, e incluso a recuperarse.
Cuando las palabras no sirvan de nada, siéntese a escuchar
Se han cambiado los nombres.
Hay quienes prefieren la expresión trastorno cerebral porque no conlleva tanto estigma y se asocia rápidamente con una causa neurobiológica.
Se deben sopesar tanto los beneficios como los efectos secundarios.
Indicios de trastorno mental
Si alguien allegado a usted presenta cualquiera de los siguientes
síntomas, tal vez sea conveniente que consulte con un médico o
profesional de la salud mental:
- Período prolongado de tristeza o irritabilidad
- Retraimiento social
- Agudos altibajos emocionales
- Enojo exagerado
- Comportamiento violento
- Consumo de sustancias adictivas
- Ansiedades, preocupaciones o temores desmedidos
- Fobia al aumento de peso
- Cambio significativo en los hábitos de sueño o alimentación
- Pesadillas constantes
- Confusión mental
- Delirios o alucinaciones
- Ideas de suicidio o muerte
- Incapacidad para enfrentarse a los problemas o a las actividades cotidianas
- Negación de problemas evidentes
- Numerosas dolencias físicas extrañas
Fuente:
Recreateoficial
Electrónica